sábado, 20 de diciembre de 2014

but i'm a creep

Ojos cerrados y es de noche. El frío ya no afecta, ni la humedad, ni el calor.Se encuentra ella sentada, completamente recta, más de lo que había estado nunca.



Cualquiera llamaría vacío a como ella se siente, cuando en realidad estaba llena de marañas de humo y halos de caos que no le hacían sentir diferente a hace medio segundo.
Simplemente se encontraba sentada, buscando un pequeño remanso se paz, un agujero negro entre las transparencias de sus carencias.



Algo donde realmente hubiera un vacío. Y sólo había rabia.
Se encontraba con su reflejo relatándose, gritando que se calle, que no está lo suficiente erguida, que no lo ha hecho bien una vez más. Pero qué fácil es hablar desde fuera, o en este caso desde dentro, ¿no?
Qué fácil es pensar lo que deberías haber dicho después de haberlo hecho mal.
Y qué difícil era ella.



El precio de que te guste lo difícil.
Por lógica o por contraposición debería buscar lo fácil, que le gustara eso. Pero no.
Ella sigue sentada reprimiendo como cada segundo desde que tiene consciencia, las ganas de llorar. Para ella reprimirse se había convertido en costumbre.
Y qué tentador se tornaba el poder llorar libremente. Hasta que volvía a aparecer su reflejo y la miraba con ojos de reproche.
Lo peor era que su mayor miedo era ella. Ella y sus reproches.


Imagina un espejo roto; pues cada esquirla era un fantasma.

domingo, 30 de noviembre de 2014

El equilibrio es imposible

Y aquí estoy, recreando en mi cabeza mil historias que nunca pude ni ahora puedo contarte. Tratando de razonar cuestiones que una vez te dije, eran imposibles de razonar. Jugando a ser fuerte y a creer que por mentir a todo el mundo me puedo mentir a mí.



Cometiendo tus mismos errores y pareciéndome un poco más a ti, en un estúpido intento de justificarme y creer que llevo la razón.



Pero, para ser honestos, en estos juegos nadie lleva nunca la virtud, nadie es el líder y nadie gana. El amor no se debe ganar, debe compartirse y punto. Pero a ti y a mí los residuos, los años y todo lo demás nos enseñaron que si éramos egoístas nadie nos podría robar nada porque no teníamos que dar nada.



Te echo de menos, y no sabes cuanto.



No echo de menos que alguien me abrace, ni que nadie me diga cosas bonitas, ni que nadie me mire como si yo fuera guapa. Necesito que tú me mires como si nada, que me toques para colocarme el pelo y que pienses en mí de vez en cuando, sólo eso.
Y tú ni siquiera me mereces.



Y no puedo justificar que con un puto segundo en la puerta de un aeropuerto me robaras el alma y yo te ayudara a forzar la entrada a ella, no opuse resistencia. No puedo justificar que yo, que me he esforzado tantas veces por sentir lo inexistente en complementos circunstanciales de tiempos largos no sintiera nada, que he deseado que hubiera sido cualquier otro antes que tú. Estoy aquí, con los pies descalzos culpándome por sentir cosas tan irracionales, sin perdonarme por parecer tan estúpida, y sin poder justificar porqué lo que tanto quería ya no lo quiero.



Vete. Porque yo ya no pienso moverme de aquí.

"Si está bien, si es tan fácil, ¿por qué duele así? por dentro"

sábado, 15 de noviembre de 2014

Fiction

Mientras consumía el cigarro, con los ojos ciegos de la noche. Entre el humo, la gente disfrutando y la música que vibra penetrando en cada uno de mis poros te veía en todas partes. Aun a sabiendas de que era imposible que tras ver la luz tenue fueras a aparecer yo te veía en todas las caras.
Sin buscarte aparecías, y eso me hacía enfadarme conmigo. Eso generaba en mí rabia e impotencia que sólo era capaz de expresar dejándome llevar por la música.
Quizá fue lo que fumé.
Y ahora solo veo la meta de sobrepasar la montaña y encontrarme un valle encantado lleno de lagos y flores. Pero me da miedo seguir escalando y encontrar un precipicio y lluvia.
Me duelen las pestañas y tú siempre te posas sobre ellas.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Domingo astromántico

Recuerdo cuando apareció la señal de fuego en el cielo, recuerdo como brillaba y yo no podía dejar de mirar. Era mágico.



Yo, que siempre me piso el mismo pie y que tengo explicación para todo y nada, miraba cada noche aquel ente como si no pudiera ocurrir nada más en el mundo que me pudiera importar.
Para cuando me di cuenta de que era un meteorito que venía directo hacia mí, ya era tarde. Da igual a donde yo me moviese o a qué país viajase, donde me pudiera esconder. Porque iba a seguir y perseguir mi trayectoria hasta encontrarme.




Dejé ver tanto de mí aquellas noches mientras soñaba despierta contemplando la estrella, que ya era imposible que no pudiese hacerme daño.
Cuando corría despavorida intentando que no me alcanzara, sentí dentro de mi un pequeño halo de recuerdo, como si todo eso me fuese familiar. Y yo pensaba "que tonta eres, es imposible" pero esa sensación agridulce no se me fue de la boca hasta que me encontró.
Me dolían goteras que pensaba que había arreglado.



Era tan cegadora la luz, que me quemó las retinas por completo, y entró traspasando mi pecho como quien trincha un pavo. Sin dificultad ninguna. Quizá fue porque había abierto mi corazón como un libro cada noche mandando deseos que nadie escuchó nunca a lo que yo creía que era una estrella fugaz.



Después del impacto sólo he aprendido que ver atardeceres no es imprescindible, que sentirte el rey del mundo por escalar una pared es mejorable, que correr veinte kilómetros todos los día no te hacen tener un corazón más grande.
Descubrí que la gente se limita siempre a "disfrutar de los pequeños momentos de la vida", y no puedo evitar preguntarme. ¿Y qué hay de los momentos grandes? ¿Somos demasiado cobardes para querer disfrutar muchos grandes momentos de la vida?





¿No habían luces suficientes en el cielo para tener que mirar sólo a esa?



Sí, somos cobardes. Somos el único ser capaz de tener la felicidad con carteles y luces de neón en nuestras narices y pasar de largo porque nuestro ojo contaminado se acomodó a las luces de ciudad.
Nos limitamos a tópicos aprendidos sobre ideas de amor y gracia sin imponer nuestras propias pautas, conformándonos con la milésima parte y sintiendo desdicha cuando tenemos más de lo deseado.







Aprendí que nos da miedo sentir cosas mas grandes que un meteorito.
Lo único que tengo claro después del impacto es que es imposible parar algo inevitable.


miércoles, 29 de octubre de 2014

"Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos."

Los caleidoscopios crean las formas más perfectas posibles en la naturaleza, un verdadero juego de ángulos, formas y colores que siempre encajan gires hacia donde gires la mira.
Es perfecto porque nunca deja de serlo, es perfecto porque todas sus piezas se mezclan entre ellas perfectamente, es perfecto porque juegan juntas, es perfecto porque gires cuanto gires nunca acaba.
Es perfecto porque las posibilidades son infinitas.
Si es así, ¿por qué no aprovechamos todas las posibilidades infinitas que nos brinda el universo?
¿por qué escogemos no juntar las piezas?
¿por qué no queremos ayuda para arreglar el caleidoscopio?
Necesito ya la respuesta.











martes, 14 de octubre de 2014

A little God in my hands

Aparecía la electricidad aumentada por la sal que aun me quedaba pegada de la playa, y recorría cada arteria y vena de mi cuerpo.
Podía sentirme poderosa, en lo alto de la cima, por primera vez sin avergonzarme, sin pensar que estaba mal. Todo eso era para mí y solo para mí.



Me siento bien, bien porque reconozco que el universo es un maldito capullo que te da las soluciones a escondidas. Y eso es bueno. Se comporta como el chico malo, el impenetrable, y nos da momentos de angustia total y nos nubla la mente para que no veamos la salida. Nos entrena para la vida, nos pone obstáculos para divertirse y galardonar al final al que verdaderamente lo merece.



Sí, hay que ser valiente, hay que dejar atrás la mierda de la autocompasión y la lástima. Somos seres débiles por opción propia, y me encanta descubrir que se puede luchar contra ello.
Cada día hay millones de posibilidades que no vemos por rutina, y porque somos gilipollas, lo fácil es el dolor.
Y me he cansado de seguir esa línea en mi vida, hoy te tengo a ti, abrazándome por la noche y haciendo sentir que mi corazón late y yo puedo sentirme viva. Y no, no pienso arrepentirme de eso. Ni quiero más, solo quiero que sigas aquí a mi lado, cantando a gallo pelado y haciendo crucigramas fáciles para que no nos sintamos tontos.


Y esa, es la mejor oportunidad de todas.
Y así es la la vida; "que la pena dura tanto como quieras tú seguir llorando"
Y me gusta ver el sol.

domingo, 21 de septiembre de 2014

And I'm closer than I've ever been before

Si tienes algo que decir, que sea ahora. Si algo de lo que puedas decir resuelve mi conflicto o lo agrava hazlo, pero no me dejes así, no me dejes en esta isla desierta donde ya no habita vida o agua.



Cuando proyectas tu vida y caminas a través de ella sigues un rumbo hacia delante, hacia lo que depara el futuro, a cada segundo descubres cosas nuevas, tus células se reproducen, alimentan y mueren y envejeces.
Entonces, ¿por qué cuando yo miro de frente sólo veo el pasado? ¿Estoy caminando de espaldas?
Siempre vi a la gente pasar y cruzarse conmigo pero nunca me planteé que fuera yo quién iba en la dirección equivocada. Equivocada como siempre.
¿Será que me quedé mirando los árboles de mi bosque, atontada, por miedo a que no haya bosque más allá?



Sí, todo me da miedo, mucho mas que antes. No hablo del pequeño temor a que me equivocara, o a que me hicieran daño. Hablo de que estoy aterrada, paralizada, como si me hubiera sumergido a bucear y el tiburón más grande estuviera frente a mí con sus ojos negros y su gran boca preparada, casi como si sonriera porque sabe que me va a comer.
Hablo de que me da miedo mover mal un brazo, desentonar una palabra o no colocarme en la posición incorrecta porque sé que no soy perfecta y quiero serlo para tú.



Vergüenza siento de mí misma, de todas las veces que he visto esto en otras personas, y las veces que lo he criticado o juzgado.
Pero mi cuerpo sigue inmóvil, duro como la piedra y tiemblo. Porque otra vez vuelve el miedo.
Porque lo único que quiero es salir a la superficie a coger una bocanada de oxígeno y respirar una última vez el mismo aire que tú respiras antes de que mi tiburón me engulla. Y el tiburón soy yo.

 


Y aquí sigo, impasible preguntándome porqué mi pasado esta de frente y no atrás, pero intentando no pensar demasiado en ello, porque las verdades son incómodas y, ante todo duelen.
Las cicatrices siempre queman, porque una cicatriz es un tejido que no puede recuperar su forma, y así soy yo. Una cicatriz muda y con miedo a que se haga más grande.
Y no sé como superarlo. No sé como evitarlo. En el fondo espero que vengas tú a rescatarme buceando, como te gusta a ti en profundidad y me lleves a la orilla de una buena playa, y yo me sienta libre.


Así que por favor, si tienes algo que decir hazlo ahora. porque sigo teniendo miedo, y siempre lo voy a tener.
Y yo quiero luchar contra esto, pero la única ve que lo intenté con todas mis fuerzas la caída por el precipicio fue atroz y se me partió el corazón en pedacitos como la hojalata.
Y soy egoísta, egoísta por pedir que alguien abra mi puerta blindada sin manos cuando soy yo la única que tiene las llaves. Pero es que, cada vez que las toco se me queman las manos y suena la alarma roja que me rompe los tímpanos. Peligro, peligro, peligro.


 Necesito creerme que soy merecedora de cosas mejores. Necesito paciencia. Necesito la orilla de la playa y respirar.



Ya estoy cansada de naufragar y de que me asusten los tiburones. Ahora me tengo que dar la vuelta y comprobar si el bosque continúa, y si no, plantaré yo uno.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

El día del eclipse

Se ponían en la balanza la cal y la arena, era obvio que aquel peso estaba descompensado. Miraba fijamente el modelo ideal, el que queríamos creer que éramos. Pero no.
A mí nunca se me dio bien hacer las cosas bien.
A mi me gustaba hacerlo todo al revés, y descubro que a ti también.
Si acercamos la parte de atrás de dos imanes tenderán a repelerse, esos éramos tú y yo anoche.



Respira, necesito que respires y te relajes.Que me mires a los ojos cuando me digas no. Que cuando lo digas sea verdad y no una excusa para...
Cada día en esta cuidad que me ha robado el alma te veo en todas las esquinas, y tú no quieres verme a mí.
Y me pregunto, dudo, si esta vez volveré a luchar. Si sacaré la armadura escondida bajo la cama y lucharé con tus monstruos a cambio de engrandecer los míos. Pero no, sé perfectamente la respuesta a esa pregunta. Sé que nunca hago más de lo que haces por mí.
No quiero más luchas de miradas, ni un averquiénaguantamás, no quiero que el movimiento haga daño, ni miedo al devenir. No más dudar, no más dudas.



Yo solo quiero meterme en la nube y tener la certeza de que aquí, como en tu cama nunca nos podrá pasar nada. Protegidos de la lluvia que hoy nos arrasa el desayuno con tanta incertidumbre.



Y yo pensaba, que ya nada me sorprendería, y que aquel lejano recuerdo de lo que una vez fue dentro de mí no iba a serlo nunca más. Ay..
Tus impaciencias y las mías se funden como las rojas lenguas de fuego de Bécquer, esperando a ver por qué lado cae hoy la moneda. El azar en el que tan poco crees...
El miedo a decepcionarnos. Porque desde el día uno estamos muy cerca y muy lejos. Y qué bien se nos da.



Los besos se quedan reflejados como huellas en cada parte de la piel besada, y de eso tú y yo entendemos bien. Por eso luego, luego... cuesta tanto no sentir el calor en esa cicatriz con forma de labios, cuesta cuando se te niega algo que a veces recibes sin pedirlo. Así que me despierto a cada momento que ocurre para guardarlo dentro de mí como una fotografía impasible ante el tiempo, para grabarlo a tinta y aguja en la pared de mi desordenado vacío.



El problema vendrá cuando quiera borrarlo, porque desde aquí vemos el final como una bonita puesta de sol en la azotea, verlo venir.


lunes, 11 de agosto de 2014

Que tiene usted el corazón en modo avión

Me encontraba sentada frente a la vista más impresionante del mundo cuando me dí cuenta. Cuando por fin fui consciente de lo que ocurría. Cuando miré hacia toda esa naturaleza que se presentaba frente a mí, pura como nada lo había sido antes. Yo no sentía nada, no sentía absolutamente nada.



Tantos años complicando mis relaciones hasta puntos incomprensibles para mi corazón, tanto tiempo superponiendo lo que creía que me hacía más feliz, comportándome como una egoísta, años enseñándome a mí misma de manera inconsciente a insensibilizarme.
Abrazaba a la soledad como a una vieja amiga y no como a lo que era.



A veces, tu cuerpo te pide que llores, que repongas lágrimas para que las acumuladas limpien el ojo y se renueven, porque desean precipitarse y morir. Es una necesidad tan básica como morir. Pero no, yo no era capaz de llorar porque dentro de mí no quedaba absolutamente nada.
Me había forzado a querer tanto y a no sentir nada que simplemente me bloqueé, me estanqué en un punto que no tiene retorno. El game over de tu vida. Y no sabía como hacerme un reset.
Convivir cada día con alguien a quién odias por cumplir y no cumplir tus expectativas no es tarea fácil, me convencí a mí misma que si yo no me quería nadie podría y mucho menos debería quererme. Ya no recordaba como era besar unos labios que me hicieran sentir mariposas. Cómo era tocar a alguien y que se produjera un terremoto. Cómo era eso de sentirte querida. Cómo era sentir algo inesperadamente necesario.




Debería sentirme feliz, borré todo rastro de lo que una vez fue el paraíso y luego fueron sus escombros, tal y como yo me había pedido a mí y a las estrellas fugaces tantas veces. Pero solo podía sentir más odio y rechazo del que ya sentía. Si mi corazón un día fue un lugar lleno de algo bueno ya no lo era.
Me sentía a mi misma dentro en él de vez en cuando, sólo por comprobar que no habían vuelto a entrar ladrones, y me arañaba con el jardín de espinas que había cultivado. Al menos así me aseguro que quién entre querrá irse rápido. Nadie puede soportar un dolor tan agudo demasiado tiempo.


No quiero que entre aquí nadie nunca más, y sí quiero que entre alguien. No me pongo de acuerdo quién debe ser. De momento el cartel de "se reservan derechos de admisión" sigue colgado indefinidamente, porque el de "estamos en obras" cayó de lo viejo que era.



A lo mejor lo que necesito es un programador que me instale un nuevo sistema operativo.
A lo mejor lo que necesito es llorar y que el maremoto se lleve el jardín de espino.
Puede que sólo deba continuar contemplando el paisaje.
A lo mejor es por eso que no me gustan las rosas, porque yo tengo espinas de sobra.