martes, 14 de octubre de 2014

A little God in my hands

Aparecía la electricidad aumentada por la sal que aun me quedaba pegada de la playa, y recorría cada arteria y vena de mi cuerpo.
Podía sentirme poderosa, en lo alto de la cima, por primera vez sin avergonzarme, sin pensar que estaba mal. Todo eso era para mí y solo para mí.



Me siento bien, bien porque reconozco que el universo es un maldito capullo que te da las soluciones a escondidas. Y eso es bueno. Se comporta como el chico malo, el impenetrable, y nos da momentos de angustia total y nos nubla la mente para que no veamos la salida. Nos entrena para la vida, nos pone obstáculos para divertirse y galardonar al final al que verdaderamente lo merece.



Sí, hay que ser valiente, hay que dejar atrás la mierda de la autocompasión y la lástima. Somos seres débiles por opción propia, y me encanta descubrir que se puede luchar contra ello.
Cada día hay millones de posibilidades que no vemos por rutina, y porque somos gilipollas, lo fácil es el dolor.
Y me he cansado de seguir esa línea en mi vida, hoy te tengo a ti, abrazándome por la noche y haciendo sentir que mi corazón late y yo puedo sentirme viva. Y no, no pienso arrepentirme de eso. Ni quiero más, solo quiero que sigas aquí a mi lado, cantando a gallo pelado y haciendo crucigramas fáciles para que no nos sintamos tontos.


Y esa, es la mejor oportunidad de todas.
Y así es la la vida; "que la pena dura tanto como quieras tú seguir llorando"
Y me gusta ver el sol.

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