miércoles, 17 de septiembre de 2014

El día del eclipse

Se ponían en la balanza la cal y la arena, era obvio que aquel peso estaba descompensado. Miraba fijamente el modelo ideal, el que queríamos creer que éramos. Pero no.
A mí nunca se me dio bien hacer las cosas bien.
A mi me gustaba hacerlo todo al revés, y descubro que a ti también.
Si acercamos la parte de atrás de dos imanes tenderán a repelerse, esos éramos tú y yo anoche.



Respira, necesito que respires y te relajes.Que me mires a los ojos cuando me digas no. Que cuando lo digas sea verdad y no una excusa para...
Cada día en esta cuidad que me ha robado el alma te veo en todas las esquinas, y tú no quieres verme a mí.
Y me pregunto, dudo, si esta vez volveré a luchar. Si sacaré la armadura escondida bajo la cama y lucharé con tus monstruos a cambio de engrandecer los míos. Pero no, sé perfectamente la respuesta a esa pregunta. Sé que nunca hago más de lo que haces por mí.
No quiero más luchas de miradas, ni un averquiénaguantamás, no quiero que el movimiento haga daño, ni miedo al devenir. No más dudar, no más dudas.



Yo solo quiero meterme en la nube y tener la certeza de que aquí, como en tu cama nunca nos podrá pasar nada. Protegidos de la lluvia que hoy nos arrasa el desayuno con tanta incertidumbre.



Y yo pensaba, que ya nada me sorprendería, y que aquel lejano recuerdo de lo que una vez fue dentro de mí no iba a serlo nunca más. Ay..
Tus impaciencias y las mías se funden como las rojas lenguas de fuego de Bécquer, esperando a ver por qué lado cae hoy la moneda. El azar en el que tan poco crees...
El miedo a decepcionarnos. Porque desde el día uno estamos muy cerca y muy lejos. Y qué bien se nos da.



Los besos se quedan reflejados como huellas en cada parte de la piel besada, y de eso tú y yo entendemos bien. Por eso luego, luego... cuesta tanto no sentir el calor en esa cicatriz con forma de labios, cuesta cuando se te niega algo que a veces recibes sin pedirlo. Así que me despierto a cada momento que ocurre para guardarlo dentro de mí como una fotografía impasible ante el tiempo, para grabarlo a tinta y aguja en la pared de mi desordenado vacío.



El problema vendrá cuando quiera borrarlo, porque desde aquí vemos el final como una bonita puesta de sol en la azotea, verlo venir.


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