lunes, 30 de junio de 2014

El incendio

Y cayó el cometa, aquel que llevaba años dando vueltas imparables al planeta que habitaba, cayó encima de mi casa.


Ya no recuerdo que era casa, tú eras mi casa, y ahora sólo veo una imagen opaca y borrosa de aquello que siempre quiso ser y existió en pequeños instantes.
Y el corazón se me fragmenta al nivel de las moléculas cósmicas de las estrellas, brilla el polvo que se lleva el susurro de la grave voz de mi más temible ser...   y dentro de mí suena el terrible eco del viento, viento, viento que antes hacía batir mis alas y me permitía volar a horas fugaces.


Siento que estoy hecha de residuos heterogéneos de restos que nadie quiso, utilicé mi cuerpo como vertedero y reciclé cada pieza de todo lo que los demás creían indispensable y perdían en el camino que les lleva quizás a otro lugar mil veces mejor que mi casa.
Mi planeta yace seco, desnutrido y resquebrajado, y nadie quiere asfaltarlo, ni siquiera yo. Y tú me dices ven, esperando que lo deje todo como en secreto dejé todo tantas veces, recitándome mis versos favoritos, inundando de luz mi pequeña existencia a cuenta de que eso no sea suficiente.
Y los necios me hablan de querer, como si alguien verdaderamente supiera lo que es, ¿QUERER? JÁ, aquí estoy por querer, por amar con cada parte de mi maldito ser, por haber supurado dolor por mis poros de puro placer. Y nadie se da cuenta de la crueldad y del mal.
Querer es una sombra que tiñe el cielo de negro, y a pesar de ello merece tanto la puta pena.


Y veo mi casa sumida en polvo y miseria, soltando humo caliente del ser colisionante, huele todo a incendio. Y todos gritan y huyen despavoridos, corren buscando auxilio, corren llorando, no se quieren quemar. Y yo me agazapo y me recuesto al lado de mi hogar, sintiendo en mí no el miedo como ellos, sino el recuerdo y la costumbre de un olor que me inunda desde hace años por dentro.


 Están tan ciegos, TODOS ESTÁN TAN CIEGOS que nunca se percataron que el incendio surgió de mis entrañas, y que yo llevaba años ardiendo.


Mi mayor miedo no está fuera de mí, está en abrir los ojos y ver cómo por fin caen las cenizas que queman más que el fuego. Lo que arde nunca se puede recuperar, nunca. Lo que arde muere, y la ceniza soy yo.

Si me tocas... si me tocas me hielo, me endurezco como la piedra y perezco como el invierno.
Tú no quieres ver el cometa volar, nunca quisiste ver más que la gravedad.
Amo, amo como siempre he amado y como nunca creí amar. Amo la hoguera, amo el recuerdo, amo el dolor, amo el futuro. No puedo evitarlo.


Nadie se percató nunca que el incendio lo provoqué yo.

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