jueves, 28 de julio de 2011

silencio

No hace falta gritar alto
para que alguien te oiga.

De repente sentirse como si nada fuera nuevo, como si el tiempo que tantas veces has querido que se parase lo ha hecho, pero no en el momento oportuno. Como si necesitaras llorar pero quisieras hacerte el fuerte, como cuando alguien se va irremediablemente y no puedes luchar contra ello, por eso no quieres llorar, porque sabes que le vas a echar de menos y ese menos cada vez va a más.
El momento en el que crees que estás engañando a los demás, y no es así, te estás engañando a ti mismo, no llorar te hace débil, cobarde, te hace vulnerable a la felicidad. Crea una falsa sensación de seguridad.


Supongo que ese es el mensaje que queremos dar, a los demás y sobretodo a nosotros mismos, queremos creernos que estamos seguros. Que ya nada puede hacernos daño, que somos inmunes a cualquier cosa, que hemos vivido lo suficiente.. y no, eso no es SUFICIENTE. Porque esa palabra es horrible.
A veces uno tiene miedo, y necesita que el mundo se pare, necesita bajarse en esa estación, caminar solo y llorar mucho. Llorar todo lo que no está llorado, llover sobre mojado, llorar, llorar, llorar.

Érase una vez un señor que no tenía lágrimas.



Te deslizas como si fueras de viento 
y al contacto con mis dedos te desvanecieras.
Si tu magia ya no me hace efecto,
¿cómo voy a continuar?
Si me sueltas entre tanto viento,
¿cómo voy a continuar?,
¿cómo voy a continuar?


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