domingo, 21 de septiembre de 2014

And I'm closer than I've ever been before

Si tienes algo que decir, que sea ahora. Si algo de lo que puedas decir resuelve mi conflicto o lo agrava hazlo, pero no me dejes así, no me dejes en esta isla desierta donde ya no habita vida o agua.



Cuando proyectas tu vida y caminas a través de ella sigues un rumbo hacia delante, hacia lo que depara el futuro, a cada segundo descubres cosas nuevas, tus células se reproducen, alimentan y mueren y envejeces.
Entonces, ¿por qué cuando yo miro de frente sólo veo el pasado? ¿Estoy caminando de espaldas?
Siempre vi a la gente pasar y cruzarse conmigo pero nunca me planteé que fuera yo quién iba en la dirección equivocada. Equivocada como siempre.
¿Será que me quedé mirando los árboles de mi bosque, atontada, por miedo a que no haya bosque más allá?



Sí, todo me da miedo, mucho mas que antes. No hablo del pequeño temor a que me equivocara, o a que me hicieran daño. Hablo de que estoy aterrada, paralizada, como si me hubiera sumergido a bucear y el tiburón más grande estuviera frente a mí con sus ojos negros y su gran boca preparada, casi como si sonriera porque sabe que me va a comer.
Hablo de que me da miedo mover mal un brazo, desentonar una palabra o no colocarme en la posición incorrecta porque sé que no soy perfecta y quiero serlo para tú.



Vergüenza siento de mí misma, de todas las veces que he visto esto en otras personas, y las veces que lo he criticado o juzgado.
Pero mi cuerpo sigue inmóvil, duro como la piedra y tiemblo. Porque otra vez vuelve el miedo.
Porque lo único que quiero es salir a la superficie a coger una bocanada de oxígeno y respirar una última vez el mismo aire que tú respiras antes de que mi tiburón me engulla. Y el tiburón soy yo.

 


Y aquí sigo, impasible preguntándome porqué mi pasado esta de frente y no atrás, pero intentando no pensar demasiado en ello, porque las verdades son incómodas y, ante todo duelen.
Las cicatrices siempre queman, porque una cicatriz es un tejido que no puede recuperar su forma, y así soy yo. Una cicatriz muda y con miedo a que se haga más grande.
Y no sé como superarlo. No sé como evitarlo. En el fondo espero que vengas tú a rescatarme buceando, como te gusta a ti en profundidad y me lleves a la orilla de una buena playa, y yo me sienta libre.


Así que por favor, si tienes algo que decir hazlo ahora. porque sigo teniendo miedo, y siempre lo voy a tener.
Y yo quiero luchar contra esto, pero la única ve que lo intenté con todas mis fuerzas la caída por el precipicio fue atroz y se me partió el corazón en pedacitos como la hojalata.
Y soy egoísta, egoísta por pedir que alguien abra mi puerta blindada sin manos cuando soy yo la única que tiene las llaves. Pero es que, cada vez que las toco se me queman las manos y suena la alarma roja que me rompe los tímpanos. Peligro, peligro, peligro.


 Necesito creerme que soy merecedora de cosas mejores. Necesito paciencia. Necesito la orilla de la playa y respirar.



Ya estoy cansada de naufragar y de que me asusten los tiburones. Ahora me tengo que dar la vuelta y comprobar si el bosque continúa, y si no, plantaré yo uno.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

El día del eclipse

Se ponían en la balanza la cal y la arena, era obvio que aquel peso estaba descompensado. Miraba fijamente el modelo ideal, el que queríamos creer que éramos. Pero no.
A mí nunca se me dio bien hacer las cosas bien.
A mi me gustaba hacerlo todo al revés, y descubro que a ti también.
Si acercamos la parte de atrás de dos imanes tenderán a repelerse, esos éramos tú y yo anoche.



Respira, necesito que respires y te relajes.Que me mires a los ojos cuando me digas no. Que cuando lo digas sea verdad y no una excusa para...
Cada día en esta cuidad que me ha robado el alma te veo en todas las esquinas, y tú no quieres verme a mí.
Y me pregunto, dudo, si esta vez volveré a luchar. Si sacaré la armadura escondida bajo la cama y lucharé con tus monstruos a cambio de engrandecer los míos. Pero no, sé perfectamente la respuesta a esa pregunta. Sé que nunca hago más de lo que haces por mí.
No quiero más luchas de miradas, ni un averquiénaguantamás, no quiero que el movimiento haga daño, ni miedo al devenir. No más dudar, no más dudas.



Yo solo quiero meterme en la nube y tener la certeza de que aquí, como en tu cama nunca nos podrá pasar nada. Protegidos de la lluvia que hoy nos arrasa el desayuno con tanta incertidumbre.



Y yo pensaba, que ya nada me sorprendería, y que aquel lejano recuerdo de lo que una vez fue dentro de mí no iba a serlo nunca más. Ay..
Tus impaciencias y las mías se funden como las rojas lenguas de fuego de Bécquer, esperando a ver por qué lado cae hoy la moneda. El azar en el que tan poco crees...
El miedo a decepcionarnos. Porque desde el día uno estamos muy cerca y muy lejos. Y qué bien se nos da.



Los besos se quedan reflejados como huellas en cada parte de la piel besada, y de eso tú y yo entendemos bien. Por eso luego, luego... cuesta tanto no sentir el calor en esa cicatriz con forma de labios, cuesta cuando se te niega algo que a veces recibes sin pedirlo. Así que me despierto a cada momento que ocurre para guardarlo dentro de mí como una fotografía impasible ante el tiempo, para grabarlo a tinta y aguja en la pared de mi desordenado vacío.



El problema vendrá cuando quiera borrarlo, porque desde aquí vemos el final como una bonita puesta de sol en la azotea, verlo venir.