lunes, 29 de julio de 2013

Hold your breath and count to ten

Porque me quedé con aquello que dijiste sobre las relaciones, existen estudios que corroboran que las personas que mantuvieron una relación de cualquier tipo en el pasado, aunque pasaran décadas, retomaban esa alianza desde el mismo punto en el que había acabado. Así de simple, la relación vuelve a ser la misma.



A pesar de que pasara una eternidad, todo volvía a ser igual.
Aunque el paso del tiempo hiciera mella en nuestros interiores, que tú no fueras el mismo porque tenías nuevas experiencias. Y que yo no fuera la misma porque tenía más arrugas. 

Aun así ese tiempo medio era capaz de congelarse y camuflarse bajo tierra para que tú y yo volviéramos a ser tú y yo.


Y lo mejor estaba por llegar. Las experiencias traen consigo tanto cosas buenas como malas, y ninguno de los dos iba a volver a cometer los mismos errores.
Si algo me pudo enseñar el tiempo es, que las oportunidades cursan efímeras, y ésta era la mía. No importan cuántas reglas se rompan ni cuantas normas se incumplan.

   

Ahora tocaba descubrir ese nuevo ser que siempre estuvo ahí, pero el miedo y la inocencia no dejaron ver, ahora yo iba a abrir tu pecho como un libro para leer todo lo que contenías dentro.
De repente me doy cuenta de que todas esas luces que estaban apagadas, los brillos ocultos en las sombras volvían a relucir como un coche nuevo. Que yo podía volver a sentir y punto, SENTIR ALGO. Ahora y más que nunca tú y yo íbamos a ser todo lo que el uno esperó siempre del otro y no sólo lo que siempre fuimos.




Pero no nos engañemos, el tiempo es el menos eterno de todos nosotros.